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Carta al Niño Jesús

Por: Eduardo Ramos Garbiras

Odontólogo - Magister Salud Pública

Querido Niño Jesús:

Te cuento que este año 2020 definitivamente ha sido un año muy raro, no nos hemos sentido cómodos a pesar de que lo empezamos con todo el optimismo y con toda la energía. De un momento otro nos llenamos de miedo y nos tocó encerrarnos porque las noticias de un bicho que nos estaba asediando y que en cualquier momento nos podría atacar nos llenaron de miedo, pero pensamos que era algo temporal y que pronto pasaría. De un momento otro me tocó cerrar el consultorio y decirle a todos mis colaboradores que se encerraran en sus casas y se cuidarán mucho, que no salieran porque no sabíamos exactamente qué era lo que podía suceder. Fueron días de mucha angustia, acompañados por las noticias falsas que hoy abundan por todas las redes sociales.

Inmediatamente empezamos a estudiar con algunos colegas cuáles eran las soluciones que podríamos implementar por todo lo que estaba pasando, con mis amigos de docencia de la Escuela de Odontología del UniValle, de la Federación Odontologica, con los colegas de la clínica y con muchos amigos empezamos a estudiar juiciosamente cuál debería ser nuestro comportamiento, pero el Ministerio de Salud nos prohibió hacer el trabajo que tanto amamos; por muchas semanas vimos como muchos colegas tenían que cerrar sus consultorios y despedir a sus colaboradores, vimos como el esfuerzo de muchos años para construir sus consultorios y clínicas se venía el piso, igual que en muchos otro sectores de nuestra economía.


Después cuando pudimos regresar a ejercer nuestras labores, lo hicimos con un gran temor pero también con un gran sentido de responsabilidad por saber qué podíamos hacer las cosas lo mejor posible, que habíamos nacido para esto y no podíamos tirar nuestros sueños por la ventana porque siempre hemos hecho lo que nos apasiona. Fueron días muy difíciles pero también muy retadores, y las cosas poco a poco empezaron a mejorar. Ahora ante la ola de rebrotes que vive el mundo por este bicho, la noticia de nuevas cepas que son muchos más contagiosas, la alta ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI’s) en nuestras ciudades, etc, nos estamos llenando otra vez de miedo pues nos dicen que los días por venir van a ser peores.


Por eso en esta oportunidad Niño Dios, te escribo esta carta, distinta a todas las otras que te he enviado porque estamos llegando el fin del año y podemos contar esta historia, A pesar de qué estamos viendo caer a muchos conocidos, y a muchos amigos de nuestros amigos que también nos duele el corazón que hayan tenido que partir.


Quiero entonces Niño Jesús darte gracias por todas las cosas maravillosas que has puesto a mi alrededor:


Gracias por la salud porqué nos hemos sentido bien, no hemos sido afectados por ninguna enfermedad y los nuestros continúan cerca a nosotros. Gracias por la familia y la vida porqué cada mañana cuando despierto, y me siento con energía, le doy gracias a Dios por poder ver la luz de ese nuevo día. Saber que cuento con mi hijo, con mis hermanos, con toda mi familia y con la gente que amo hace que me sienta feliz. Gracias por mi profesión porque a través de ella he aprendido a servirle a muchos, soy feliz cuando veo que puedo transformar sonrisas y hacer que las personas se sienten más seguros y más contentas consigo mismo. Gracias por el alimento que me proporcionas cada día, porque sé que muchos no tienen un plato de comida en su mesa y a mí me das la oportunidad de tenerlo y de poderlo compartir con otros. Gracias por mi hijo porque he tenido la oportunidad de verlo crecer, y sé que tiene grandes valores y muchos dones que sólo te pido los sepa encarrilar para que le sirva a los demás y en el servicio encuentre la felicidad. Gracias por el hogar que tengo, porque en él puedo sentirme seguro y puedo darle cabida a todas las personas que quiero. Gracias por mis pacientes, porque siento que ellos confían en mí y eso me genera una gran responsabilidad cada día por esforzarme para hacer las cosas mejor y además porque ellos me brindan su amistad, su afecto y su cariño. Gracias por los talentos que me has dado, porque he aprendido a identificarlos y a fortalecerlos para ponerlos al servicio de los demás. Gracias por los problemas que tengo que afrontar cada día, y por todos los chicharrones que se me presentan, porque de ellos siempre aprendo para hacer las cosas de una mejor manera y me ayudan a ser creativo. Gracias por mis amigos porque me has regalado unos extraordinarios, y aunque a veces no estoy muy pendiente de ellos, saben y reconocen cuánto los quiero. He tenido la oportunidad de conservar a mis amigos desde la infancia en mi natal Sevilla, los del colegio, de la adolescencia, los de la universidad, los del barrio, los de mi parroquia, mis amigos aficionados a los autos antiguos, mis colegas, mis ex compañeros de trabajo y de liderazgo, mis colaboradores, etc, de todos aprendo todos los días muchas cosas y me siento bendecido por ello. Gracias por mis sueños, porque me has hecho entender que mientras se sueñe se está vivo. Gracias por mis miedos, porque me ayudan a pensar muchas veces las cosas bien antes de tomar decisiones que pueden afectar a los que me rodean. Gracias por los abrazos y los besos, porque me hacen sentir el afecto que tengo por otros y que tienen por mí y se convierte en una transferencia de amor, y aunque en estas épocas han disminuido los he aprendido a valorar más. Gracias por la paz, porque siento que tengo tranquilos mi espíritu y mi alma sin guardar broncas ni rencores contra nadie; porque si en alguna oportunidad me han hecho daño he aprendido a perdonar y olvidar, y si he sido yo el que ofende he aprendido a pedir ser perdonado. Gracias por lo necesario, porque nunca me ha faltado nada que me pueda mortificar y siempre he tenido y he contado con lo necesario para poder hacer todo lo que me hace feliz. Gracias por el año que termina aunque suene raro, porque a pesar de que ha sido atípico y nos ha llenado de dolor y tristeza, también hemos aprendido a estar más cerquita de los que queremos y a valorar más las relaciones y todas las cosas que amamos. Este año hemos aprendido a ser más observadores de la naturaleza y a preocuparnos más por nuestro prójimo, a veces sin importar que tanto grado de afinidad podamos tener con él.


Además de agradecerte por todo eso y mucho más, quiero pedirte Niño Dios que derrame muchas bendiciones sobre todos mis amigos, mis vecinos, mis conocidos, mis pacientes y sus familias y todas las personas que alguna otra forma estén en contacto con nosotros. Regálanos Niño Jesús este 2021, un año lleno de mucha salud. actividad y prosperidad para todos, y tiempo de reflexión y conciencia para que nuestros dirigentes se preocupen más por el bienestar de toda la población, en donde se combata de verdad la corrupción y en donde el amor prime sobre todas las cosas.

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